La mazmorra, que se hallaba en una de las cinco torres de defensa que están bien conservadas, sirve actualmente como mirador, desde el cual se puede contemplar no solamente la ciudad de Kezmarok, sino también los Tatras Altos y Bajos.
Esta torre está relacionada con el triste destino de la esposa de uno de los castellanos, Beata Laská. En 1565 se convirtió en la primera mujer en la historia que salió de excursión a los Tatras Altos sin su marido, en compañía solo de algunos vecinos. Su marido, Albert Lasky, consideró esto un desliz moral y la hizo encerrar en la mazmorra, en la que solo había dos ventanas: a través de una le pasaban la comida, y a través de la otra la mujer podía observar sus amados Tatras.
De este modo, Lasky esperaba poder hacerse con la fortuna de su mujer y solucionar así sus problemas económicos. A pesar de todo, tuvo que abandonar el castillo. El siguiente castellano, Ján Rueber, obtuvo no solamente el castillo, sino también a Beata, ya media loca, y que murió poco tiempo después.